ELEGIDO PARA ABRIR EL LIBRO SELLADO

 

Comentamos acerca de lo que está escrito en el capítulo 5 del libro de Apocalipsis, llamado también Revelaciones, una declaración Divina muy importante para todas las iglesias del Señor, nuestro Dios.

Nos habla que ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, había alguien que pudiera leer un libro sagrado que estaba en la mano derecha del que estaba sentado en el trono, cuyo libro estaba sellado con siete sellos.   El apóstol Juan lloró mucho al ver que no había ninguno que pudiera tener acceso a este libro hasta que se acercó uno de los ancianos con palabras de consuelo, leamos el versículo 5: “Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí el león de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos”.

Nos preguntamos ¿y quién es este león de la tribu de Judá, que es la Raíz de David?    La Biblia nos da la respuesta en Apocalipsis 22:16 “Yo Jesús,…yo soy la raíz y el linaje de David…”   Este mensaje ya revela a las iglesias que nuestro Señor Jesús es el único a quien le ha sido dado autoridad para saber y revelar los misterios determinados por el Dios Padre y que ante Él también se doblará toda rodilla, como se puede entender cuando leemos en Apocalipsis 5:6-9: “Y en medio del trono y de los cuatro seres vivientes y de los ancianos vi un Cordero de pie, como inmolado. (…) Él fue y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. (…)  Ellos entonaban un cántico nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos. Porque tú fuiste inmolado y con tu sangre has redimido para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación”.

En Apocalipsis 5:6-9 que hemos leído, hay mucha información para escudriñar; pues, nos habla que el Cordero tomó el libro, ¿Quién es este Cordero?, leamos Juan 1:29 “…Juan vio a Jesús… y dijo: - ¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!”    Con esta lectura queda totalmente entendido, sin lugar a dudas, que el león de la tribu de Judá, la raíz y el linaje de David, y el Cordero, es una sola persona Divina: Jesús, nuestro Señor, por medio de quien será quitado el pecado del mundo, como está escrito. En esta palabra “mundo” está incluido “la gente de toda raza, lengua, pueblo y nación”, tal como han leído en Apocalipsis 5:9 “…Porque tú fuiste inmolado y con tu sangre has redimido para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación”

Es su santa sangre derramada de nuestro Señor Jesús la que únicamente redimirá al mundo, es el precio pagado por nuestro Señor para liberación de nuestras deudas (el perdón de nuestros pecados) y  hacernos dignos delante de Dios Padre, quedando así, por lo tanto, una puerta abierta de acceso a Dios Padre por medio de Él, leamos Efesios 3:9-12 “Y para aclarar a todos cuál es la administración del misterio que desde la eternidad había estado escondido en Dios, quien creó todas las cosas. Todo esto es para que ahora sea dada a conocer, por medio de la iglesia, la multiforme sabiduría de Dios a los principados y las autoridades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que realizó en Cristo Jesús, nuestro Señor. En él tenemos libertad y acceso a Dios con confianza, por medio de la fe en él”

Siguiendo la revisión de Apocalipsis 5:7 leemos que los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero, en otras palabras se arrodillaron ante Él, demostrando este mensaje el cumplimiento de lo que está escrito en  Filipenses 2:5-11   “Por lo cual también Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que es sobre todo nombre; para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese para gloria de Dios Padre que Jesucristo es Señor.”

Así está determinado por Dios Padre, que todos los que viven en el cielo como en la tierra se arrodillarán delante del Señor Jesús, su Hijo amado. Y todo aquél que se considere servidor de Dios, tiene que confesar que Jesucristo es nuestro Señor y que no hay nadie comparable a Él, su Nombre es sobre todo nombre.

Por esta razón, nadie puede presentarse como Cristo, porque Cristo es uno sólo, lo declara nuestro Señor Jesús en Mateo 24:4-5,23-26 “Respondió Jesús y les dijo: - Mirad que nadie os engañe, porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: ‘Yo soy el Cristo’ y engañarán a muchos. Entonces, si alguien os dice: ‘Mirad, aquí está el Cristo’, o ‘Está acá’, no le creáis. Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y darán grandes señales y maravillas de tal manera que engañarán de ser posible, aun a los escogidos. ¡Mirad! Os lo he dicho de antemano. Así que, si os dicen: ‘Mirad, está en el desierto’, no salgáis; o ‘Mirad, está en las habitaciones interiores’, no lo creáis”.

Entonces, nos preguntaremos ¿y cuándo será que nuestro Señor Jesús venga y nos reunamos con Él?, leamos 2 Tesalonicenses 2:1-4 “Ahora, con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no seáis movidos fácilmente de vuestro modo de pensar ni seáis alarmados, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, como que ya hubiera llegado el día del Señor. Nadie os engañe de ninguna manera; porque esto no sucederá sin que venga primero la apostasía y se manifieste el hombre de iniquidad, el hijo de perdición. Este se opondrá y se alzará contra todo lo que se llama Dios o que se adora, tanto que se sentará en el templo de Dios haciéndose pasar por Dios.”

Se entiende claramente que primero se tiene que dar la apostasía (falsa doctrina) que ya viene obrando, contra la verdad de Dios. Todo hombre de Dios es llamado por medio de nuestro Señor Jesucristo, para dar testimonio de su Nombre, su Palabra y el poder de su Espíritu, lo que constituye el Evangelio Eterno; el que es llamado, solamente es un embajador del Señor, pero no el Señor; es una lámpara que da luz pero él no es la luz. Vamos a leer para entender mejor: Juan 1:6-9 “Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan. El vino como testimonio, a fin de dar testimonio de la luz, para que todos creyesen por medio de él. No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Aquél era la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene al mundo”     Juan 8:12 “Jesús les habló otra vez a los fariseos diciendo: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. ¿Se entiende?  Pues, sí, Juan sólo testificaba de la Luz pero la luz era, es y será siempre el Señor Jesús; leamos otros mensajes en 2Corintios 5:20 “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo;…”      1 Corintios 3:9 “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois huerto de Dios, edificio de Dios”       Como se puede entender, también se les conoce como embajadores del Señor Jesús, que es el Cristo, o también colaboradores de Dios.

Después del ascenso de nuestro Señor Jesucristo a la diestra del Padre, su obra evangelizadora continúa por medio de los apóstoles y otros instrumentos humanos que va levantando para la edificación del edificio de Dios a través de los tiempos, leamos Efesios 4:10-12 “El que descendió es el mismo que también ascendió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”   1Corintios 3:10 “Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, como perito arquitecto he puesto el fundamento, y otro está edificando encima. Pero cada uno mire cómo edifica encima.”  Vemos pues, que cuando el apóstol Pablo lleva a cabo el ministerio recibido de Dios, proclama la Palabra de Dios y el testimonio de Nuestro Señor Jesús en lugares donde nadie sabía de su Nombre, estableciendo así como fundamento el nombre del Señor Jesús en todas las iglesias que iban naciendo. Y el apóstol Pablo recomienda a todos los obreros de Dios, sean: evangelistas, profetas, pastores y de otros ministerios,  que cuiden de hacer su trabajo trazando bien la Palabra de Dios, conforme a la medida y modelo de Dios, en otras palabras “hacer bien la obra” sin salirse del fundamento. Todas las iglesias de Dios tienen que tener el mismo fundamento: Jesucristo el Señor (1Corintios 3:11 “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”)

La apostasía negará a nuestro Señor Jesús, no proclamará su Nombre, sino otro nombre, es el camino del anticristo, 1Juan 2:22 “¿Quién es mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo?  Este es el anticristo: el que niega al Padre y al Hijo”

En el periodo de la apostasía que estamos viviendo, luego se hará visible el hijo de perdición, como está escrito en 2 Tesalonicenses 2:1-4.   Este hijo perdición todavía no se ha manifestado, pero se manifestará, leamos Apocalipsis 17:8 “La bestia que has visto era, y no es, y ha de subir del abismo, y va a perdición. Los habitantes de la tierra, cuyos nombres no están inscritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo, se maravillarán cuando vean a la bestia que era, y no es y será.” Es aquí cuando nuestro Señor Jesús aparecerá físicamente en gloria y luchará contra esta bestia y los diez reinos que le habrán entregado su autoridad y poder, El Señor los vencerá, leamos: Apocalipsis 17:14 “Ellos harán guerra contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes,…”. Desde este momento se inicia nuestra reunión física con el Señor Jesús, culminando así nuestra reconciliación con Dios Padre, el perdón de pecados para siempre y el sello de la salvación con vida eterna sobre la tierra nueva y cielos nuevos, después de la última victoria contra satanás. Leer Apocalipsis 20:10 y 21:4

En la lectura de Apocalipsis 17:14, también nos aclara que el Cordero es el Señor de señores y Rey de Reyes, a nadie más podemos llamar Señor de Señores y Rey de reyes.

Queda pues, bien claro, que solamente nuestro Señor Jesús es el Cordero de Dios, el león de Judá, la raíz y el linaje de David, el Cristo, el Señor de Señores y Rey de reyes, a quien le ha sido dado del Dios Padre el saber sus misterios, desatar sus sellos para darlo a conocer a las iglesias para consuelo y edificación en el Señor, preparando su eterna salvación guardando los mandamientos de Dios (1 Timoteo 6:14  “Que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo” y Hebreos 9:28  “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para quitar los pecados de muchos. La segunda vez, ya sin relación con el pecado, aparecerá para salvación a los que le esperan”).

La enseñanza de algo diferente, será un evangelio diferente y esto será considerado anatema (leer Gálatas 1:6-9)

1 Corintios 12:3 “Por eso os hago saber que nadie, hablando por el Espíritu de Dios, dice: ‘Anatema sea Jesús’. Tampoco nadie puede decir: ‘Jesús es el Señor’, sino por el Espíritu Santo”.

1 Juan 4:1 “Amados no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus, si son de Dios. ...En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne procede de Dios, y todo espíritu que no confiesa a Jesús no procede de Dios. (…).”

Todos los creyentes en Dios en tiempos de la presencia física del Señor Jesús y después de su partida de ascenso al cielo, acepta y confiesa que Él vino en carne y murió derramando su sangre para redimir al mundo y que Él reinará con su pueblo sobre la faz de la tierra eternamente. Por esta razón el pueblo de Dios seguirá dando testimonio del Señor Jesús y la palabra de Dios aun en medio de la gran tribulación que se vivirá, como testifica Apocalipsis 7: 13 “Uno de los ancianos me preguntó diciendo: - Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?  Y yo le dije: - Señor mío, tú lo sabes. Y él me dijo: - Estos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestidos y los han emblanquecido en la sangre del Cordero”. 

Apocalipsis 11:15 “El séptimo ángel tocó la trompeta. Y en el cielo se oyeron grandes voces que decían: El reino del mundo ha venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo. Él reinará por los siglos de los siglos”.  No habrá más gobiernos humanos, gobernará y administrará Dios presencialmente en toda su creación eternamente con justicia, por los siglos de los siglos. Amén.

Que la paz y gracia del Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo sea con todas las iglesias de Dios. Amén.